LUIS ERNESTO GÓMEZ

(Maracay, Venezuela, 1977)

LA MÚSICA Y LAS ARTES EN LA EDUCACIÓN BÁSICA DE VENEZUELA: Apuntes para un debate necesario
Estudio realizado para la Comisión de Educación, Cultura y Deportes de la Asamblea Nacional de Venezuela, 2007





Foto: Luis Alberto Angulo, 2007



Entrevista a Gustavo Pereira
Poeta y redactor del Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999
Maracaibo, 27 de Abril de 2007
Entrevistador: Luis Ernesto Gómez

“Si existe un lenguaje que cualquier ser humano es capaz de entender y conmoverse ante él, es la Música, y el pueblo venezolano es un pueblo absolutamente musical”


L.E.G.- Buenos tardes, estamos con el poeta Gustavo Pereira. Le estaba comentando que estamos recolectando opiniones sobre la idea de incluir la música y el hacer artístico dentro de la educación integral del venezolano, para entregar un informe en la Comisión de Educación, Cultura y Deportes de la Asamblea Nacional, y de esta manera, observar la justificación y la factibilidad para sea tratado como un asunto nacional.

G.P.- Lo que he visto es que en las escuelas y liceos es que anteriormente, existía una materia que se llamaba Educación artística, no sé si existirá en los pensa posteriores a mí, por lo que se en la enseñanza musical casi siempre estaba limitada a la aprendizaje del cuatro, que es por otra parte el instrumento nacional. Pero era un aprendizaje en el sentido práctico, no porque los muchachos pudiesen leer algún pentagrama, era muy básico. Eso se fue entre los años 50 y bien entrados los años 70. En mis tiempos, ni siquiera eso, la educación artística se limitaba a unas clases teóricas sobre historia del arte, arquitectura, artes plásticas, uno tenía que saber lo que eran los capiteles, el arte griego, el arte romano, ese tipo de cosas. Posteriormente se incorpora la enseñanza musical, y en algunos casos, la práctica coral, en algún momento se auspició la integración de niños y adolescentes al coro de la escuela o el liceo. Pero eso eran excepciones, no eran casos mayoritarios. En mi tiempo había, por ejemplo, un coro en el Liceo Público Andrés Bello, un orfeón, y en el Liceo Cajigal, donde yo estudié, allí había también un orfeón, han existido ya en educación superior los orfeones universitarios, sin que eso haya formado parte de los pensa de estudio, eran simplemente actividades complementarias.

Yo viví en Francia un par de años, mi experiencia particular con mis hijos, es que los niños escogían en que artes ellos podían participar, habían profesores especializados en el arte que ellos escogieses, bien sea las artes plásticas y sus derivaciones, pintura pura, escultura, cerámica, estaban también las llamadas artes aplicadas, los oficios, como carpintería y las clases de educación artística propiamente dicha, ellos escogían el instrumento musical que ellos querían. Eso también se aplica en Inglaterra con mucho éxito. Cualquier instrumento musical y para todos ellos habían profesores especializados en las escuelas inglesas y francesas para enseñar el instrumento que el niño escogiese. Creo que ese papel lo ha venido desempeñando el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles, que dirige el maestro Abreu, a mi juicio un proyecto excepcional, que afortunadamente ha sido apoyado por el gobierno, como un problema de estado.
La música es una vocación, para ser un músico de oficio hay que tener vocación, una persona que no tiene condiciones, que no tiene oído musical muy difícilmente puede ser músico.

L.E.G.- Claro, pero el venezolano, uno a veces observa que tiene gran atracción por la música, por alguien que toque cuatro, alguien que toque piano. Ayer mismo en el sitio donde estábamos reunidos, había un piano y llega una persona y dice toca, toca, porque queremos oír música. Uno puede notar que al venezolano le atrae mucho la música, hay muchas personas que les hubiera gustado ser músico o tener algún acercamiento a ella. Y esa experiencia que ha estado contando de un Liceo, no es una experiencia mayoritaria, que incluía formación musical para todos los estudiantes de ese liceo, ¿cree usted que esa experiencia debería ser extendida por todo el país? ¿hacerla mayoritaria para todos los venezolanos?

G.P.- No me cabe duda. Absolutamente. El venezolano tiene gran oído por regla general. Además, la música es el único lenguaje universal. Yo creo si existe un lenguaje que cualquier ser humano que es capaz de entender y conmoverse ante él, es la música. Uno oye música china, japonesa, africana, me puede gustar una u otra, pero siempre encontraré algo que me guste en todas las músicas del mundo. Este pueblo nuestro es un pueblo absolutamente musical. Eso que dice la canción de Tony Méndez, que arrullamos a nuestros niños con el himno nacional, no solamente que es auténtico, verídico, sino que lo he experimentado en carne propia con mi nieto. Mi nieto tiene apenas dos años, cuando tenía año y medio ya se sabía el himno nacional, y no fue que yo me propuse enseñárselo, sino que una vez me acompañó a un acto donde estaba el Presidente Chávez y cuando llegó el momento de entonar el himno, tan pronto que lo oyó mi nieto quedó petrificado con el himno, él que es un niño hiperactivo, y hasta que no terminó el himno no siguió con sus movimientos naturales, y a partir de allí, comenzó a aprender el “Gloria al bravo pueblo que el yugo lanzó” que yo se lo cantaba, y luego con ayuda de su papá, llegó a aprenderse tanto la primera estrofa como el coro del himno nacional, una cosa absolutamente asombrosa. Eso significa que hay una cuestión innata del venezolano hacia la música.

L.E.G.- Eso que me cuenta me hace pensar en la relación música y familia, ¿cómo influencia la música en la familia?

G.P.- Mira, la música armoniza todo. La naturaleza está llena de música. Lo que ocurre es que esta sociedad, capitalista, materialista, y subdesarrollada que es la nuestra y que padecemos cada día, odia el silencio; y se dedicado casi exclusivamente a aniquilar el silencio. Pero cualquiera que esté alguna vez en contacto con la naturaleza en un sitio silencioso, donde no haya ruido, va a percibir la música de la naturaleza, del mismo modo que en la noche uno puede percibir la música de las estrellas. Entonces, la música es todo lo que nos rodea, no tiene porqué el hombre escapar de algo que es inherente a la naturaleza. Esos sonidos de la naturaleza, uno puede percibirlos a la orilla de una catarata, o debajo de un árbol donde están cantando unos pájaros y otros les responden, y hasta tenemos música coral en la naturaleza, quien haya oído un corro de pájaros, cómo se contestan mutuamente, y cómo al mismo tiempo cantan, ahí encontramos todos los orfeones del mundo, de la naturaleza.

L.E.G.- Poeta, ¿cree usted que sea necesario incluir en la educación integral del venezolano alguna materia de apreciación musical para potenciar su oído?

G.P.- Sin duda, pero yo me conformo con siquiera una cosa, que se le enseñe a diferenciar lo que es el ruido de lo que es la música, y combatir el ruido donde quiera que esté. Si hacemos esa pelea, ganamos. El ruido es la antimúsica y estamos llenos de ruido. Una gente va a oír música y se lleva unas cornetas gigantescas, y pone aquellos a todos los decibeles del mundo, porque están sordos ya de la discotecas, quedan ensordecidos, yo le digo, “por qué tienes que darle tanto volumen a eso, no te pega en el oído”, no les pega porque se han ido ensordeciendo en las discotecas, - eso podría entrar dentro de la apreciación musical- y esa música se convierte en un ruido, porque a la medida que te agreda el oído se transforma en una cosa perversa.

L.E.G.- Me hablabas ahorita sobre el efecto que tuvo el himno nacional sobre su nieto. Eso me hace pensar sobre el efecto de la música sobre la tropa emancipadora en nuestra guerras de independencia, si la música tuvo algún papel...

G.P.- No cabe duda. Bolívar iba al frente de sus batallones y cuentan mucho de los que estaban con él, que a veces iba cantando las canciones revolucionarias que estaban en boga. Bolívar tenía una especie de gorro, lo cuenta un legionario de la misión británica que llegó y en el gorro decía “Libertad o muerte”, y había una canción popular que hacía referencia a eso, y Bolívar cantaba todas esas tonadas. Bolívar también era un bailador insigne y le encantaba la música, todas las mujeres que escribían hablaban de Bolívar “como un bailarín excelso”.
Las canciones durante la independencia habían unas que eran escritas por compositores, como Vicente Salias, Landaeta, y otras eran anónimas, eran del acervo popular. El himno nacional era una canción popular; después Guzman Blanco la convirtió en himno nacional. Era una canción que cantaban los patriotas por todos lados. La música la compuso Vicente Salias y la letra la hizo Juan José Landaeta, que eran amigos, y los Salias y los Landaeta fueron casi todos sacrificados durante la independencia. Pero ellos no compusieron esa música para que fuera el himno nacional. Tuvo tanta popularidad en la guerra de independencia, se recuerda “seguid el ejemplo que Caracas dio”, “abajo cadenas gritaba en su choza”, tuvo tanta popularidad que en los años 1870s el gobierno de Guzman Blanco la decreta himno Nacional, han transcurrido muchísimos años después de la independencia. Esa canción popular, digamos que daba cierto efecto de valentía y coraje en la tropa.
El canto tuvo un efecto aliciente en la tropa durante las guerras de independencia, de alentar a los soldados, que quizá nos llevó a no pocas victorias.

L.E.G.- Respecto al teatro, de la música le llegamos directamente al baile, o a la danza, ¿Qué sugiere respecto a la incluir las artes dentro de la educación a temprana edad?

G.P.- Mira, nuestros indígenas, los Caribes y los Arawakos, que fueron la etnias que habitaron nuestro país cuando llegaron los españoles, tenían las artes integradas. En el caso de los Caribes, ellos tenían un arte, un gran arte llamado “maremare”, en donde participaba el baile, el canto, la música, la poesía que era cantada, la música que acompañaba a los actores, de modo que estaban incorporadas casi todas las artes. Eso lo encontramos no solamente en nuestros indios, en México los aztecas, ellos tenían también integradas las artes, la poesía se cantaba acompañada de instrumentos musicales, okarina, flauta, instrumentos de percusión como atabales. Esta sería una misión originaria. Volveríamos a nuestros orígenes.

L.E.G.- Muchas gracias, poeta, por su aporte a esta investigación.


Gustavo Pereira (Punta de Piedra, Estado Nueva Esparta, 1940).
Poeta y crítico literario. Doctor en Estudios Hispanoamericanos en la Universidad de París, Francia. Fundador del Departamento de Humanidades y de Ciencias y del Centro de Investigaciones Sociohumanísticas de la Universidad de Oriente. Fundador y Director de la Revista Tropico Uno de Puerto La Cruz. Dirigió la Revista Nacional de Cultura por cuatro años, desde 1999 hasta 2002. En 1958 formó parte del Grupo Símbolo. Asume el compromiso social y político. Ha sido acreedor de numerosos premios literarios desde 1965. Sus libros más importantes son: “Preparativos del viaje” (1964); “Hasta reventar” (1966); “El interior de las sombras” (1968); “Los cuatro horizontes del cielo” (1970); “Poesía de qué” (1971), “Sentimentario” (2004), entre otros. Premio Municipal de Literatura 1987 en el género Poesía con la obra “Vivir para morir”. Ha escrito numerosos ensayos sobre nuestro Libertador Simón Bolívar, como “Simón Bolívar: Escritos Anticolonialistas”, entre otros. Constituyente a la Asamblea Constituyente Nacional de 1999. Redactó el Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, ratificada por votación popular en el año 1999.
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